02 diciembre 2007

UN BOSQUE MÁGICO EN FAMILIA.



Barranco de la Pegunta y el Penyagolosa al fondo (1.813 m)


Este pasado noviembre un grupo de familias con niños, amigos todos y alumnos del CEIP Carraixet de Almàssera, nos fuimos de excursión a Penyagolosa. Nos alojamos en el albergue del ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa, próximo a Vistabella del Maestrat.


Esta antigua ermita tiene ahora un grupo de jóvenes que le han dado mucha vida a este histórico rincón del País Valencià. Por unos muy razonables 12 € por menú puedes elegir entre varios sorprendentes primeros y segundos, acompañados de una esplendida ensalada y unos excepcionales postres. La bebida y el café no están incluidas. En resumen una muy buena relación calidad precio. Solo tienen el pequeño (o grande dependiendo de las temperaturas) inconveniente de que no hay calefacción en las habitaciones.


Después de desayunar algo entrada la mañana para que las temperaturas subieran de 0ºC (la noche anterior llegamos a estar a -7ºC) llenamos las mochilas con algo de comer y nos quitamos algo de ropa, afuera el sol empieza a elevar algo las temperaturas.


Saliendo del ermitorio hay una cruz donde nos hacemos la foto previa de grupo. Seguimos por un sendero marcado esta señalado por unos postes de 50 cm con marcas amarillo y blanco, lo cual nos indica que vamos por una PR (pequeña ruta). Esta en seguida empieza a ir paralelo al barranco de la Pegunta. Los enormes pinos negros son la especie dominante pero esta ruta nos permitirá descubrir otras muchas especies.


Siguiendo paralelo al barranco enseguida tropezamos con los primeros carteles que van permitir que descubramos todos los tesoros que se esconden en este bosque mágico. A los niños más pequeños, llevamos 3 peques de cinco años, les vamos hablando de los seres fantásticos que viven aquí, hadas, enanitos y brujas buenas que recorren estos barrancos para recoger plantas y semillas. Al resto de los niños de 9 años solo hay que dejarlos correr, buscar palos y piñas, ellos tienen su propio universo.


Tejo (Taxus baccata)


Gracias a los carteles descubrimos los tejos (Taxus baccata) árbol sagrado de los celtas posiblemente en honor a su longevidad que puede superar los 1.500 años. Manzanos silvestres (Malus sylvestris) con sus pequeñas manzanas agrias se pensaba que era el árbol original del que evolucionaron nuestros manzanos actuales, hoy sabemos que proceden del manzano silvestre (Malus sieversii) de Asia central.


Otra de las sorpresas que podremos encontrar es el acebo (Ilex aquifolium). Tradiciones importadas de centroeuropa que invitaban a utilizar sus ramas con frutos como adornos navideños han llegado a diezmar esta escasa especie en nuestras tierras y obligado a protegerla. Pensemos que sus frutos rojos son uno de los pocos alimentos que encuentran las aves en nuestros bosques durante la invernada.


Acebo (Ilex aquifolium)


También un gran panel alargado copia un afloramiento rocoso y nos señala las grietas donde crecen varias plantas rupícolas. Enormes chopos algunos con los troncos forrados de gigantescas hiedras. También en otras épocas del año podremos disfrutar de nuestras orquídeas. Podremos descubrir modestos pero preciosos helechos así como infinidad de musgos y líquenes.


Ya ha pasado la época de setas que este año ha sido excepcional en la zona, pero todavía encontramos algunas heladas. Otro panel nos desvela el por qué del nombre del barranco “La pegunta”, se trata de una sustancia negra que se obtenía de los pinos negrales (Pinus nigra) con la que se marcaban las ovejas.


Bajo otro de los paneles descubrimos el muérdago (Viscum álbum), planta mágica como pocas, incluso una vieja leyenda dice cuando caminando por los bosques, nos encontremos bajo una de sus plantas, debemos dar un beso a la persona amada.


Pero este bosque también depara sorpresas al que tenga la vista más preparada para adivinar las siluetas de las aves que viven entre estos troncos y ramas. Son difíciles de observar, las más de las veces solo podremos oír su canto si vamos en silencio. Entonces podremos descubrir a los arrendajos (Garrulus glandarius) esos pequeños córvidos forestales, a los piquituertos (Loxia curvirostra) con sus picos cruzados para poder extraer mejor los piñones, a los agateadores (Certhia brachydactyla) avecillas preparadas para recorrer incansables los troncos en busca de pequeños insectos refugiados en sus cortezas. Los mitos (Aegithalos caudatus) esas pequeñas bolitas de plumas con larga cola, que en grupo y sin dejar llamarse unos a otros recorren las copas de los pinos.


Llegamos a la primera fuente y los chiquillos disfrutan de ver el reato helado, en algunos sitios con bastantes centímetros de espesor. Después de un reparador almuerzo continuamos la subida por el valle. La proximidad de la salida de este vallejo, y un indicador de fin de sendero apareceran enseguida. Pero nosotros seguimos subiendo tomando dirección este, la pendiente se suaviza y lo agradecen los más pequeños a los que no parece acabárseles la subida. 10 minutos más y llegamos a la amplia pista forestal que lleva a la falda del Penyagolosa. Ya en el camino se observan todos detalles de la sencilla subida a la cima de Castellón. Incluso Paco, uno de los padres más deportistas que nos dejó a media subida, ha tenido tiempo de hacer cima, bajar corriendo y juntarse con el grupo cuando hemos llegado a la pista.


Ahora solo resta dejarnos ir, bajar paseando por la pista hasta Sant Joan. Incluso uno de los coches que baja se ofrece a bajar a los tres pequeños Mar, Irene y Hugo acompañados de una madre. El resto disfrutamos del paisaje, de los bosques y del color del cielo.


Por último me gustaría citar los nombres de todos los participantes; Paco, Rosa, Eros y Hugo. Ramón, Sonia y sus hijos Sonia y Ramón. Pepón, Alicia y Maria. Raquel y sus hijas Vanesa e Irene. Juanjo y Nora. Y mi familia Inma, Aitana y Mar.